sábado, 6 de octubre de 2007

Y yo, ¿donde voy?

Tal y como teníamos previsto, hoy hemos almorzado juntos. Hemos tenido que esquivar a una de sus antiguas secretarias y a otros conocidos, pero por fin hemos conseguido compartir juntos un entrecot y unos calamares.

Resulta curioso: me paso la vida escondiéndome del resto de mundo, disimulando y tratando de disuadir cualquier sospecha sobre nuestra relación –exrelación- y luego me siento aquí y cuento hasta los detalles mas nímios de mis sentimientos y de nuestra historia.

Hoy me he sentido muy miserable. Supongo que nada tengo que ver con los héroes de Sir Walter Scott. No tengo ni el coraje ni la integridad de Rob Roy, ni la valentia de Ivanhoe. He dejado pasar la encrucijada de mi vida a cambio de un cierto nivel de bienestar, emocional y económico.

A estas alturas del partido, un buen número de mis amigos y compañeros han alcanzado lo que socialmente admitimos como el éxito. Unos por ser realmente inteligentes –brillantes, algunos-, otros por ser muy, pero que muy, listos y otros por ser muy, pero que muy, poco íntegros.

Yo, tal y como queda reflejado en estas paginas, solo soy bastante gilipollas. No doy para inventar, ni para crear, ni para organizar, ni para robar. Así que me he quedado donde estoy. Eso si, muchos acuden a mi en busca de consejo (¿?) y otros simplemente para que los escuche. Unos y otros acaban ganando pasta y yo apenas quedo en el papel de confesor.

Se que soy bueno en mi trabajo. Claro que solo lo se yo, pero eso no basta. No soy brillante, ni genial. Y cuando uno vive en el entono de la creatividad, de la comunicación, o de las relaciones públicas, lo único que no puede ser es efectivo, por que los efectivos resuelven y los creativos triunfan. Uno de los ejemplos mas claros es el amigo creativo de C. una tal ….P.

El tipo además de ser “superidealdelamuerte” y bastante –del todo- gay, es un creativo. No es malo, al contrario esta situado en la parte más alta del escalafón de la creatividad de nuestro entorno –la quinta provincia de España en población y el culo de Europa en creatividad-.

Junto a el se mueve, torpe y pausadamente, una de las mejores personas que yo he conocido nunca. Digamos que se llama S y que siempre tiene una palabra amable, un gesto cariñoso y un criterio empresarial mucho, pero que mucho, mas humano que sus amos. Pues bien, esos 150 Kg. de buena gente, han pasado a segundo plano –o tercero o cuarto- en cuanto ha aparecido el superguaydelamuerte de su creativo.

Esta misma sensación la puedo repetir con nombres y apellidos, de tipos con los que he crecido, aprendido, trabajado y servido. Así que con el paso de los años me siento una mierda. Una mierda debidamente pisada y arrastrada.

A lo largo de los últimos 25 años he trabajado para un montón de gente. Comencé en la política –siempre con los perdedores- en el lejanísimo año 81. Trabajé para líderes locales, provinciales y autonómicos. Participé en congresos, fui miembro de Comités Ejecutivos Nacionales, Provinciales, etc.…

De todo eso solo saque retrasos en mis estudios, algunas juergas –importantes- y un par de amigos (2, literalmente). Después trabaje, estudie, me hice sindicalista, asesor de nosequien, y finalmente eso que soy ahora y que no se bien que es.

En ese tiempo muchos florecieron en el camino. Ganaron, crecieron y triunfaron. Pero como muy acertadamente dice Woody Allen en “Manhattan”: los triunfadores no tienen pasado. Al cabo de los años descubro que he trabajado para mucha gente que no me ha pagado, ni me pagara y casi ni me recuerda -interesadamente-.

Quizá esa es una de mis escasas virtudes, mi capacidad para asesorar a la gente a la que aprecio. Los americanos, que son muy listos, han hecho de eso una profesión: los personal coaching.

Se trata de tipos que te aconsejan sobre todos los aspectos de tu vida: como vestir, con quien tratar, tu trabajo perfecto, que deporte hacer, como ligar, como abordar tus relaciones personales, con quien follar, etc.… Vamos, son como un amigo, pero cobrando. Yo debo de ser una especie de personal coaching. Pero gratis y con poco futuro.

Cuando conocí a mi mujer, lloraba en una esquina del patio de la facultad de derecho porque un profesor bujarra y cura –a la vez- le había suspendido el Derecho Romano. Era la primera vez que suspendía, la primera vez que alguien la ridiculizaba en público –era un examen oral- y la primera vez que fracasaba.

Me enterneció verla allí, sola, jodida y llorando. La convencí de que se equivocaba. Que no debía dar “un paso atrás ni para tomar impulso”. La ilustre sobre mis cuatro sucesivos fracasos en la misma asignatura. Le confesé de que el muy bujarrón me había intentado meter mano –era mi vecino en la playa y juro por dios o por quien sea que me toco el culo, y que me invito mas de una vez a repasar en su casa (seis pisos arriba de la mía)- .

Se calmo, se rió y nos fuimos a tomar una cerveza –lo único que yo hacia bien en aquella maldita facultad- y al final de aquella tarde de julio, ella había decidido –una vez mas- que seria abogada.

Hoy es una de las mejores –de las 3 mejores- profesionales del derecho de familia de nuestra provincia. Y aunque pueda parecer petulante, una de las mejores cien abogadas de este país en el ámbito del derecho de familia. Es extraordinariamente inteligente, es rápida, hábil, conoce su materia y sobre todo es terriblemente eficaz.

Sin duda todo son meritos suyos, pero quiero creer que en algo he participado yo. Durante todo el tiempo –solteros, casados, padres- la he apoyado, he tratado de simplificar las cosas, he asumido la mayor parte de las tareas de intendencia y he tratado de llevar mi casa como un buen padre y un buen amo de casa.

Sin embargo, si mañana decidiera presentar una demanda de divorcio perdería mi casa, perdería a mi hijo, perdería mi posición social, perdería un porcentaje elevadísimo de mis ingresos. En resumen, perdería mi vida. Tendría que volver a casa de mi madre con cuarenta y muchos años, sin un duro y debiendo hasta el “traje que me viste”, como dijo el poeta.

Ya se que es una pobre excusa –casi miserable, lo reconozco- pero no soy capaz de renunciar a TODO, absolutamente, a todo lo que he construido a lo largo de estos años. Se que Rob Roy lo hizo, y se alzó en armas contra el tirano deudor. Pero yo no tengo ni la talla física, ni la talla moral de héroe escocés. Por eso me siento una mierda.

Por eso y porque hoy he descubierto que hace un año que C, en su afán de acabar conmigo –con nuestra relación- estuvo apuntó –casi deseosa- de comenzar un idilio con alguien a quien yo apreciaba, muy sinceramente. Me pregunto, si tal era el deseo, ¿no seré yo una mala influencia para ella? ¿una relación nociva, inadecuada?

Que hoy haya huido a los brazos de un hombre libre y deseoso de tener pareja, no me parece criticable, es lógico: ella busca estabilidad, permanencia y cariño –casi conyugal-. Lo que me mata es que hace poco mas de un año, cuando comenzó a negarme el sexo, se lanzara a los brazos de un tipo –igual de casado que yo- pero mucho mas sinvergüenza.

Pasado el tiempo me pregunto ¿Qué era yo entonces para ella?
¿que coño he hecho yo a lo largo de mi miserable vida?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He estado leyendo tu blog. Lo descubrí hoy. No debes sentirte tan miserable. A más de uno nos ha pasado una historia como la tuya. Y más cuando Llevamos años casados. Mira yo hace un tiempo te hubiera aconsejado que rompieras tu matrimonio y que apostaras por C. Hoy en día y despues de una experiencia como la tuya, dejando marido, hijo, ciudad, amigos.... todo por el, te diría que te lo pensaras muy mucho. No rompas tú matrimonio. Sí decides o no te ves capaz de ello, rompe toda relación con C. Apuesta otra vez por la vida que has construido a lo largo de los años. Te costará mucho pero el tiempo lo cura todo.
Otra opción sería seguir vidas paralelas si C quiere hasta que la pasión se esfume. Verás como vuelve todo a ser como antes. No cuesta un dia, ni dos ni tres... pero se consigue.
Animo.

guadalmedina dijo...

Querida mar: Tienes el "dudoso honor" de ser la primera persona que cuelga un comentario en este blog. Te lo agradezco.

Te lo agrecezco mucho mas, por cuanto tu opinios viene acompañada de tu experiencia y por que he podido comprobar por tu bitacora hasta que punto puedes entender mis sentimientos hacia C.

Cuando hablo de mi amor, de mi deseo y del desamor que ahora me consume, tu ya has vivido todos esas situaciones, hasta limites que yo identifico bien.

Gracias por leerme -escucharme-, por entenderme y por compartir sentimientos.