viernes, 5 de octubre de 2007

Un amor civilizado

Ayer cené con ella y hoy también almorzaremos. Me gusta la sensación de complicidad que se mantiene entre nosotros. Al parecer yo me he convertido en un tipo muy “civilizado”

Hemos hablado de sexo. Y en concreto del sexo con su novio. No lo hemos hecho de forma explicita y transparente –hasta ahí podíamos llegar!- pero han quedado claras muchas cosas.

Desde luego ha quedado claro que hay sexo entre ambos –vaya descubrimiento- lo que también me ha quedado claro es que hay buen sexo. Si he de ser sincero, eso me jode, me jode mucho. Pero claro, como soy tan “civilizado”, tan europeo, pues me tengo que aguantar. Creo que incluso me jode más que le llame para darle las buenas noches.

El sexo era algo importante entre nosotros. Se que si volvemos a estar juntos lo volverá a ser. Era tierno, sensible y cariñoso. Pero también era lúdico, intenso, kañero, salvaje, agotador. Ahora entiendo –a la fuerza ahorcan- sus sentimientos cada vez que yo hacia un viaje de fin de semana con mi mujer o cada vez que salíamos de fiesta con amigos o cuando pasábamos unos días fuera de casa y sin niño.

Nunca lo hablamos –ella no habla de estas cosas- pero ambos sabíamos que ese fin de semana yo practicaría el sexo conyugal. Mientras ella “arreglaba su casita, tra lara larita” –como la ratita presumida-. Nunca se quejó. No tuvo un mal gesto. No hizo ningún comentario. Si acaso algún mohín o una mirada esquiva.

Supongo que donde las dan las toman y callar es bueno. No obstante, sigo esperando que llegue el día en el que pueda volver a tener sexo con ella, el día en el que pueda estar con ella siempre y disfrutar de su cuerpo y de su alma.

Y con toda sinceridad: me da igual lo que haya hecho antes.

Yo soy muy bueno en el sexo. Tengo pruebas y partenaires que lo podrían corroborar.

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