viernes, 28 de marzo de 2008

Vuelta de Vacaciones

Vuelvo a estas paginas, superado el periodo Pascual, avergonzado por mi falta de seriedad y compromiso, con aquellos (pocos, pero fieles) que siguen estas lineas. Ruego pues la indulgencia de los lectores mas o menos habituales, por esta desidia que me ha alejado del delicioso/doloroso placer de desnudar mi alma ante el mundo.

Estos días de asueto, los he pasado en Madrid haciendo eso que se llama “turismo cultural”. Es decir, me he dedicado a visitar museos, exposiciones y restaurantes, trufando tanta dosis de cultura con el noble deporte del Shoping, tanto en la zona de Serrano, como en Fuencarral, Tribunal y aledaños.

Y menos mal. La intención inicial era marcharnos a Málaga, a disfrutar de sus playas, tratando de soslayar su archifamosísima Semana Santa. Menos mal que el destino jugo a mi favor y pude convencer a mi mujer de lo inadecuado de su elección, convenciéndola de que en estos días hay mas Picassos en Madrid que en Málaga, Barcelona y Paris juntos. Hubo suerte. Y me libre de la lluvia, del granizo y de las insufribles marchas procesionales, que tanto y tanto detesto.

Con esta premisa, el lector comprenderá que dedicara una mañana entera al visitar la exposición de Picasso en el Reina Sofía. Me pareció esplendida. En estos tiempos de performances, videoart, instalaciones, monocromos y otros excesos del arte contemporáneo, hay que volver a Picasso.

Picasso es esencial, primario, radical. Es la pintura desposeída de artificios y transformada en sus percepciones básicas. Me gusta Picasso, me hace sentir bien, me conecta con lo mas primario de la vida. Quizá fuera porque el malagueño era un mujeriego empedernido, (aunque en el fondo pudiera ser calificado de misógino) arrebatador y pasional.

Aunque si de mujeriegos encantadores y absolutamente arrebatadores hablamos, (entre los pintores, me refiero), el que mas admiración me ha causado, es sin duda alguna Amadeo Modigliani. En estos días, se presenta una exposición en el Museo Thyssen que resulta absolutamente arrebatadora. Sus esculturas son preciosas, sus retratos son sobrios y lapidarios a la vez (el de Diego Rivera es una autentica joya del puntillismo) pero por encima de todo están sus desnudos.

Sus desnudos son apasionantes, morbosos, excitantes, rotundos, contundentes, arrebatadores, palpitantes, deliciosos. Absolutamente deliciosos. Con una línea definida y sus formas tan desbordantes, me recuerdan uno de los cuerpos mas deliciosos y deseables que he conocido en mi vida. Un desnudo de Modigliani y aquel poema de Benedetti que cantan la imprescindible claridad que provoca “una mujer desnuda y en lo oscuro”, son dos de los catalizadores que hacen que mi mente y mi corazón traigan ante ellos los recuerdos y la añoranza de aquel cuerpo y de la magnifica cabeza que lo corona y lo rige.

Cuando Modigliani murió, fruto de la tuberculosis y sus excesos con el alcohol, las drogas y el sexo, su amada, tardo tan solo 5 dia en suicidarse lanzandose de una ventana. Tal era su dolor y su desesperación, que prefirió no vivir que tener a Amadeo solo en su recuerdo. Yo me pregunto cuanto durare en sus recuredos cuando se marche y su vida crezca tan lejos de la mia.