jueves, 7 de febrero de 2008

Umbrío por la pena, casi bruno.

Hoy ha sido un mal día. Un día atroz. Uno de esos días que habría que quitar del calendario, de la agenda o del ordenador. Ayer ya fue un día nefasto, pero como dijo Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, por muy mal que algo se nos presente, siempre es susceptible de empeorar.

Me acosté mal, jodido. Había almorzado con mi jefe, hablamos de muchos temas y terminé con un cierto sabor agridulce. Tuve la estúpida idea de llamar a nosequien para comentar lo del almuerzo y pedir su opinión. El personaje en cuestión, estaba haciendo nosequecosa terriblemente importante y no tenia ni tiempo, ni ganas de atenderme (rollito buenos amigos). El tema finalizó con una suculenta discusión. Una discusión estúpida, que me puso de me jodio la tarde, dejándome un humor de perros y que desencadeno al menos un par discusiones mas en mi entorno familiar.

Me acosté tarde, muy tarde. No pude dormir. Me he levantado temprano, me he duchado, me he afeitado y he escogido meticulosamente mi ropa. Hoy había quedado con una amiga para almorzar.

He elegido un restaurante pequeño y discreto en el que los camareros no me conocieran. He reservado a nombre de mi hermano –un tipo conocido y respetado en la hosteleria de esta ciudad- y me he prometido que iba a disfrutar de un almuerzo fantástico y una sobremesa mejor aun. Eran las 11.00 y el dia ha comenzado a torcerse a peor.

La mañana ha comenzado de pena. La amargura que trasegaba desde la noche ha anidado en mi cuerpo y se ha trasformado en un lamentable dolor de espalda. Pero los sucesivos encontronazos de la mañana, han terminado de joderme el cuerpo y el alma.

En un trabajo como el mío, hay que tragar lo indecible. Hacen falta buenas tragaderas y una paciencia bíblica. Uno vive rodeado de mediocres sin criterio que cree ser el sucesor de Warhol, y que por el contrario tienen el sentido de la estética en el culo.

Adicionalmente tienes que tratar con un sinfín de posibles proveedores lameculos e insufribles a los que comunicarles que su propuesta es una puta mierda y no hay quien se la trague. Eso si, dicho de una manera educada y casi, casi de diseño.

Si a eso le añades la conversación con un exjefe, hoy “colega de buen rollo” que te falta al respeto y al que tienes que mandar a la mierda, sin paliativos, pues vamos mal.

Cuando ha llegado la hora de almorzar hubiera dado cualquier cosa por irme a casa a dormir: apagar la luz, cerrar la puerta y desconectar el móvil. Solo quería morirme.

Me he armado de valor, me he calzado la chaqueta de terciopelo y me he lanzado a la calle en busca de mi acompañante. Cuando he llegado al restaurante ya me estaba esperando. Llevaba un vestido negro ajustado, unos tacones vertiginosos y unas medias con costura que le había regalado yo. Se veía perfecta, deliciosa.

Sobre la mesa un martín seco en copa para ella y un negroni para mi. Dios, por fin se arreglaba todo. Pero que va. Entonces ha llamado –de buen rollito- el nosequien del día anterior. He visto el número y he pensado que no valía la pena joder la comida con eso.

Para compensar el gesto de integridad, durante la comida me han llamado no menos de seis veces, y no podía dejar de contestar. Malamente me he comido el primer plato y me he dejado casi entero el atún del segundo. Únicamente me he comido a gusto el postre –chocolate en texturas maridados con una degustación de maltas -. Me he dejado casi media botella de Rioja –Marques de Lagarda Reserva, espectacular- He estado a punto de llevármela a casa –mala conciencia-

Después de joder la comida, hemos ido a tomar un café y luego a su casa. Cuando he llegado estaba hecho polvo. Ella me ha mirado con verdadera compasión y me ha dicho: desnúdate y vete a mi cama.

Ni tan siquiera he rechistado. Me he metido bajo su edredón, me he enroscado sobre mi cuerpo y me he sumido en un duermevela plácido y acogedor. Al rato ha sentido el roce de su cuerpo desnudo. Cuando he tratado de volverme no me ha dejado. Me ha dicho: “déjalo, estas mal. Descansa , relájate, siente. No quiero sexo. Solo quiero sentirte y quiero que te relajes, que descargues tu dolor, que tires fuera todo lo que te duele y que te sientas feliz contigo.”

Me ha acariciado. Me ha abrazado, he sentido su calor, su aroma y mientras sus manos acariciaban mi cuerpo. He llorado. He llorado largo rato. Con rabia, con desesperación, con pena y finalmente me he sentido mejor, me he sentido consolado, acompañado, apoyado.

Hace mucho que no me sentía así. Hace mucho que nadie –mas allá de algunos lectores de este blog- sabe como me siento. Nadie sabe como y cuanto sufro. Como me trago cada dolor, cada pena, cada tristeza.

Como dijo el poeta de Orihuela:

Pena con pena y pena desayuno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre mas apenado que ninguno

Hace meses que atesoro dolor y pena. Tristeza y desesperación. Y lo escondo en un baúl de silencios tristes, de lagrimas secas, de voces mudas. Nadie se ha parado a preguntarme: “Como estas? Descansa, apóyate en mi hombro y llora. Llora tranquilo, no me cuentes por que, pero descarga la pena y el dolor. Déjalo aquí y continua.”

Hoy me ha pasado eso. Y me ha hecho muy feliz. Me ha dolido mucho, aun me duele. Pero necesitaba vomitar tanto dolor y tanta pena, para poder seguir, para no enloquecer.

Es bellísimo encontrar gente así en tu vida. Gente que da y no pide. Que simplemente te dice: “Si quieres algo, aquí estoy”. Sin horas, sin días, si costes.

Aunque se que ella no lo leerá nunca, me gustaría que pudiera saber cuanto agradezco su abrazo, y quiero que sea mucha la gente que lo sepa

Cocooners

El otro dia leia en el Blog de Mar como se quejaba del miedo a sentir:


No me gustan las personas sin sentimientos, sin sensibilidad. Frias y distantes. Y cada vez me encuentro con más. Es una lástima. ¿Qué es vivir sino un cúmulo de sentimientos, malos y buenos?. Para vivir con cierta intensidad, hay que apostar, mojarse, arriesgar, luchar, llorar, reir, amar, odiar........................... todo al cien por cien.

Noto demasiada comodidad en los sentimientos de todas las personas. Por miedo a sentir se dejan de hacer miles de cosas que podrian llenar una vida con más intensidad. No sé apuesta ya por casi nada.

Hay miedo a enamorarse, a amar, a querer, a encariñarse por algo. Luego se sufre, con lo cual sino sucede no sé padece. No. No. Me niego a vivir así.



Me da la impresion de que las relaciones se han convertido en una suma de egoismos, yo lo mio, tu lo tuyo y un apartado de lo muestro. Aunque en muchos casos ni eso, es lo lo tuyo + lo mio. Exigimos respeto a nuestro espacio, a nuestra manera de ser, de sentir, de ver la vida. A acambio ofrecemos respeto al espacio del otro, a su manera de ser, de sentir, de ver la vida. Solo nos mezclamos para follar. Es la unica ocasion en la que intercambiamos algo (fluidos), pero somos tan respetuosos, tan politicamente correctos que ya hemos dejado de preguntarle al otro "como estas?; Te ha gustado; Que sientes?"

PAgamos a medias, pactamos los sitios a los que ir, respetamos todas las intimidades, todas las idiosincrasias. Vivimos en la burbuja de lo politicamente correcto. Sumamos soledades, pero ¿Amamos?

Vuelvo a traer aqui las palabras de Pablo de Tarso en una de sus cartas mas conocidas:


El amor es comprensivo, el amor e servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor no pasa nunca.


Suponogo que amar asi debe ser dificil, por eso nos protegemos con normas, reglas, pactos, acuerdos, supuesto respeto, limites....En fin, como dice Paulo Cohello "el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento"

Animo, pronto llega San Valentin.

lunes, 4 de febrero de 2008

Negro

CAIDA
Y me vuelvo a caer desde mí mismo
al vacío,
a la nada.
¡Qué pirueta!
¿Desciendo o vuelo?
No lo sé.
Recibo
el golpe de rigor, y me incorporo.
Me toco para ver si hubo gran daño,
mas no me encuentro.
Mi cuerpo ¿dónde está?
Me duele sólo el alma.
Nada grave.
Angel Gonzalez
(inedito)




Tengo muy descuidado este cuaderno de reflexiones y sentimientos. Tengo trabajo para hartarme y continuamente surgen obligaciones de carácter social, familiar, etc.. A veces me siento un poco agobiado, aunque la verdad es que funciono mejor –mucho mejor – cuando trabajo bajo presión.

Sin embargo, creo que debo de ser más disciplinado a la hora de poner negro sobre blanco mis sentimientos. Es preciso que encuentre tiempo para hacerlo, de otra manera, muchas de mis reflexiones se diluyen en el ajetreo diario y desaparecen como si nunca hubieran existido.

Ayer leí en el diario El País el poema que encabeza este texto. Es de Ángel González, lo escribió y nunca lo publico, lo escondió en su ordenador –a la vista de todos- y solo con su muerte ha salido a la luz.

Desde luego que mis reflexiones no son tan importantes y por supuesto que no tienen la calida literaria de González, -ni la millonésima parte- pero el día que desaparezca –sobre todo si es temprano- me gustaría que alguien fuera capaz de recoger estos textos, leerlos y pensar en como fui –en como soy-.

Dejando las elucubraciones fúnebres a un lado, me apetece contar que este fin de semana –este finde, para los muy pijos- he estado en Milán –Milano, para los mismos muy pijos nacionales-.

En realidad debo decir que hemos estado, puesto que he ido con mi mujer. Ha sido un viaje agradable, hemos descansado, hemos ido de tiendas, nos hemos saltado el régimen y hemos tenido tiempo para nosotros. Lo malo: en mas de una circunstancia –desde Prada, hasta el concierto en La Scala, pasando por cualquier vinotera- no he podido evitar echar de menos a C.

Si, ya se, los adivinos dirán: se te pasara, pero yo no tengo tan claro que vayan a tener razón. Es mas, creo que no quiero que tengan razón. Viviré con esto, tratare de hacerlo con discreción, con prudencia, sin molestar a C y tratando de no molestar a nadie mas, pero no puedo, no quiero evitarlo.

Que quiero a C es un hecho, un hecho fundamental de mi vida. No puedo decir: “lo pasado, pasado esta y a otra cosa”. Bueno quizá busque –y hasta encuentre- otras cosas, sin duda tengo que reencontrar lo que ya tengo, pero a ella, aunque la he perdido, la quiero y me niego a renunciar a este sentimiento. Un sentimiento que en ocasiones me hace extraordinariamente feliz, y que en otras me hunde en la más oscura de las tristezas. Pero amar es así.

Por cierto Milán es un sitio muy recomendable para pasar el fin de semana tiene de todo: arte, música, tiendas, restaurantes, museos, unas calles deliciosas para pasear, sitios para tomar copas, una gente muy amable, etc…

Lo que mas me ha gustado de Milán es que sus ciudadanos practican dos de mis deportes preferidos, a saber: ir de compras y tomar el aperitivo. Quiza seria un poco mas critico con su arroz –risotto le llaman-, pero teniendo en cuenta que en mi tierra se hace el mejor arroz del mundo, es complicado que me guste –de entrada- el de los milaneses, no obstante prometo aplicarme en ese tema.

La otra cuestión a la que le tengo que poner algún pero es al asunto de la vestimenta. Cualquier adulto mayor de 25 años que viva en Milán suele ir vestido de negro, o con alguna prenda negra. No se si es por causa de una atávica tradicion o una mutación genética, pero es así. De tal manera que cuando entras a un restaurante o a una tienda no distingues fácilmente quien es el camarero o dependiente y quien el cliente.

No obstante donde fueres haz lo que vieres. Me he comprado una camisa negra.