martes, 23 de octubre de 2007

Tristeza

La tristeza me ha vuelto a asaltar. Lo ha hecho, como de costumbre, a traición y con nocturnidad. Fue anoche, ya de madrugada. Me despertó una sensación de desconsuelo y amargura que me obligo a abandonar la cama y marcharme al salón. Allí llore. Solo y en silencio.

Si me paro a pensarlo, no había motivo, nunca lo hay cuando la tristeza aparece súbitamente, pero en el fondo siempre hay una razón, escondida, agazapada en los pliegues de nuestro subconsciente.

Después de pensarlo un rato, creo que he dado con el origen de mi tristeza. Un motivo taimado e hipócrita, que primero me lleno de una alegría casi infantil y que finalmente se ha mudado en una tristeza inútil y empalagosa que me tiene harto.

Todo empezó ayer por la tarde. Al finalizar una conversación con C. le pregunte: “ya te he dicho que te quiero?” Ella confirmo que no lo había hecho, y me devolvió un “yo también te quiero” Tras unos segundos de conversación, C volvió a recordar la frase y me dijo “que conste que a mi novio aun no le he dicho te quiero, y se mosquea mucho” fue entonces cuando me invadió esa estúpida alegría de párvulo en plan: “ rabia, que a ti no te quiere y a mi si…..”

Como si la sensatez me hubiera vuelto de repente le dije: “ya se lo dirás” “O no” contesto ella. En ese momento el germen de la tristeza anido en mí. Me invadió el pensamiento de que un día le dirá que lo quiere, y en ese instante dejará de decírmelo a mí. Dejará de quererme a mí.

A partir de ahí, la conversación cambio, bromeamos y charlamos de diversos temas hasta despedirnos. Recogí a mi hijo, me marche a casa y me dispuse a realizar las tareas propias de la gestion del hogar (antes dicho ama/o de casa). Todo siguió su ritmo.

Sin embargo, durante la madrugada, fruto del constipado me desvele, me levante y fue entonces cuando el recuerdo me traiciono, y ese oscuro pensamiento me invadió hasta entristecerme y hacerme llorar.

Se que no es racional, ahora mismo ya no esta conmigo, pero sigo pensando que entre nosotros aun existe un vinculo que nos une. Un vínculo mucho mas intenso del que tengo con nadie, del que nunca he tenido con nadie. En ella coinciden la pasión y el deseo con el cariño, la amistad y el amor. La complicidad que entre nosotros existe, la sinceridad y la entrega no es comparable a NINGUNA de las relaciones que yo he mantenido a lo largo de estos años.

Por eso la perspectiva de que eso se diluya con/por el tiempo, me entristece, me angustia. No puedo pensar que esta relación, que esta entrega se diluya hasta no ser más que una torpe melodía que nos recuerda, vagamente, la canción que tanto nos gusto. Como un poema que nos enardeció, nos emociono y que al cabo del tiempo, apenas recordamos al autor y los dos primeros versos.

Allí sentado en el sofá, en medio de la oscuridad de la noche, solo y triste, recordé al adolescente que yo era. Me vi solo y triste a los 14 años, cuando “amaba perdidamente” a una amiga y sentía su indiferencia –y la de todo el género femenino de mi generación-. Pensaba que era el ser mas desgraciado del universo y que nunca encontraría a nadie que se fijara en mi, que me llegara a querer.

Lo que son las cosas, hoy lloro al pensar que pueda perder lo que tanto anhelé encontrar. Supongo que soy un llorón.

lunes, 22 de octubre de 2007

Ascuas

Estoy francamente vago. Hace ya cinco días que no escribo nada. No es que no tenga nada que contar, es que se me acumula el trabajo y dejo esto de escribir para otro día, y claro…

En estos días, ha mejorado mi relación con C. Ha tenido altibajos –es que yo soy un poco ciclotímico- pero en general estoy muy contento. Hemos tomado café un par de días y hemos comido otro. La relación ha sido muy fluida, y hasta me atrevo a decir que hemos llegado a ser más sinceros el uno con el otro de lo que habíamos sido antes.

Su presencia sigue siendo turbadora para mí. Me gusta, me enamora, me encandila, me excita, me provoca, me apasiona, me emociona, me enciende y me enloquece. Pero también me sosiega, me calma, me serena, me desarma, me repone, me refrena y me hace sentir su paz.

Mucho me temo que el sentimiento es mutuo. Su mirada encendida, su respiración agitada, su continuo disimulo, su tono de voz….. Todo me indica que la pasión persiste entre los dos y ambos la escondemos para no estropear esta situación que hemos alcanzado.

La ventaja de esta situación –que ojala dure mucho- es que nos permite, no solo ser sinceros con el otro, sino –al menos en mi caso- aclararnos con nosotros mismos. Hemos hablado de muchas cosas: de nuestra relación, de mi relación familiar, de su nuevo novio, etc... Y lo hemos hecho de forma clara y abierta, rechazando aquellas cuestiones que no tocaba discutir y abordando los que creíamos que debíamos aclarar.

Hay un tema que sigue flotando en el ambiente, y que pese a que lo abordamos con bastante sinceridad, va ha seguir creando una cierta tensión. Se trata –como no- del sexo.

Cuando un guionista de cine o de TV pone en marcha una relación amorosa entre dos personajes, va creando y recreando una tensión erótica entre ellos que suele crecer de forma progresiva y que finalmente se resuelve con una eclosión sexual mas o menos explicita.

Hay ocasiones en las que el guionista no es capaza de encarrilar bien el desarrollo de esa tensión y no llega a resolverla adecuadamente, al publico le queda la impresión de que entre los personajes hay un asunto pendiente, y no termina de cuajar cualquier relación que entre ambos se desarrolle.

Pues bien, entre nosotros existe esa tensión sexual, que no se va ha resolver y va ha ir dejando un poso de urgencias guardadas y deseos escondidos que quizá se conviertan en sexo para nuestras parejas, o en puro onanismo, fruto de no querer compartir con nadie mas que con el otro ese deseo.

El tiempo dirá. Sin duda el deseo esta ahí, a pesar de que yo este mas gordo.

Por cierto, el viernes me encontré con la amiga de mi mujer. Si, con aquella del “espejismo”. Estuvimos correctos y encantadores. Supereducados de la muerte. Nos besamos en las mejillas –si, sin giros- y nos saludamos muy cordialmente.

Eso si, tratamos de evitarnos todo el rato, de hecho casi ni nos miramos a la cara. Sin duda fue un espejismo y alguna copa de más.