jueves, 28 de febrero de 2008

REGALOS

Entero Improbable

Amar es la cuarta parte del problema.
Otra cuarta parte es que te quieran
y otra que ese amor sea posible.
Pero incluso si tienes todo eso
te faltará la increíble cuarta parte
de que el amor no se te vuelva pena.

Mario Paoletti



Una de las cosas que mas me molestan en este mundo es comer solo. El lunes y el martes me toco comer solo. Ayer miércoles el día pintaba en la misma línea, sin embargo, a media mañana me llamo una amiga y me propuso que comiéramos juntos.

Hacia tiempo que no nos veíamos. Y nuestro último encuentro desemboco en un descalabro complicado de malos entendidos, celos y actitudes mas o menos incomodas, que no voy a contar, para no aburrir.

Ayer sin embargo MA estaba encantadora. Vestía de negro, muy ceñida y muy sexy. A sus casi 47 tiene un aspecto impresionante, y eso que tiene (tenemos?) un niño de 11 años.

La comida transcurrió en un ambiente de complicidad y cariño. Luego hubo postre. Un postre delicioso, dulce, sabroso y con un punto kañero, que estuvo muy bien. Al marcharme me hizo un regalo. Era una chorrada, pero me encanto. Ella sabe que me gustan los regalos y se preocupo de encontrar algo que me gustara. Lo consiguió.

Es verdad, adoro los regalos. No solo me gusta que me los hagan, también me encanta hacerlos. Un regalo es una forma de declarar tu interés por alguien, tu amor. No necesariamente el amor romántico, o el amor fraterno, o el amor carnal o el amor erótico, o el amor filial, o el amor platónico, sino el amor como ese sentimiento que te une a otro corazón, al corazón del amado, al corazón del amigo, al corazón de tu amante, al corazón de tu madre.

Cuando haces un regalo, pasas un tiempo pensando en el otro. Tratas de tener presente sus gustos, repasas vuestra historia común, recuerdas los momentos en los que disfrutasteis juntos, gozas con el recuerdo de la relación que mantienes.

También piensas en su persona, en que es lo que te gusta del otro, que es lo que le sienta bien, como es su fisonomía, como son sus espacios y sus tiempos –su casa, su trabajo, su entorno, su vida-. Y a partir de entonces decides invertir tu tiempo, tu esfuerzo y tu dinero –en su caso- en buscar algo perfecto para el.

Otras veces el proceso es inverso, y el regalo se presenta ante ti como un revelación. De pronto un objeto te lleva irremediablemente a esa persona. Comprendes que ese libro, esa corbata, ese CD o esa fiambrera están hechas para esa persona. En ese momento tu mente revive su imagen, vuestra historia, tus recuerdos. Y no puedes resistir comprarlo para regalárselo.

Supongo que es esta concepcion del regalo la que me hace apreciar tanto un regalo cuando me lo hacen. Es verdad que en muchas ocasiones no se que cara poner, aunque ese es un problema que me acucia no solo cuando me dan un regalo, sino cuando me lanzan un piropo, me agradecen algo o me dicen te quiero.

Quizá porque cultivo esta mística del regalo, no entiendo a la gente a la que no le gusta. Comprendo que hay gente que no le gusta hacer regalos. En mi opinión es una cuestión de tacañería. Tacañería en lo económico o tacañería en lo emocional. Supongo que cada uno administra su patrimonio y sus sentimientos como considera oportuno, por mucho que dar satisfaga más que recibir.

Sin embargo lo que menos entiendo es que alguien no quiera recibir regalos. Es como si rechazaras un abrazo, despreciaras una caricia o rehusaras un beso. Como si quisieras negar el cariño de otro. Porque lo hacen? No lo se. Supongo que cada uno tiene sus motivos. Habrá quien no quiera de tener que hacer un regalo compensatorio. Otros simplemente no querrán compromisos. Quizá a algunos les pase como a mi, y no sepan que cara poner, así que mejor no aceptan regalos. No lo se, y sobre todo no lo entiendo. En fin, cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas.

Como a mi si me gusta, cuando ayer me hicieron un regalo, me sentí muy feliz. Por eso al pasar por una tienda, encontré un pequeño objeto gracioso y muy útil, y no pude menos que pensar en alguien a quien quiero mucho. Pase lo compre y se lo lleve. Supongo que era un chorrada y que no es fácil de descifrar, pero era mi manera de decirle lo siento. Te quiero mucho. Te necesito.


PD: El poema que encabeza este post también es un regalo. Me lo ha enviado mi amiga M desde La Habana. El autor es un argentino de origen italiano, afincado en España desde el año 1984, en el que tuvo que salir exiliado de su país, después de ser encarcelado por la dictadura del general Videla. Hoy dirige el Centro de Estudios Internacionales de la Fundación Ortega y Gasset. Me lo descubrió M cuando estuvo en mi casa, lo conoció en Toledo y llego completamente enamorada de el. A su vuelta a Cuba, me remitió poemas y textos que me encantaron y entonces descubrí que ambos –Paoletti y yo- compartíamos la misma pasión por Benedetti. Y me gusto aun más.

miércoles, 27 de febrero de 2008

LOS VERSOS DEL CAPITAN


Ya os he hablado de mi amigo JC en alguna ocasión anterior. Se trata de un magnifico escritor (o escribidor, como dice el) especialista en literatura hispano americana. Un autentico erudito si hablamos de Benedetti o de Neruda. Alguien con una experiencia vital envidiable que le ha llevado a vivir/trabajar por toda Hispanoamérica y por Italia. Un verdadero maestro y por lo que a mi respecta es algo parecido a lo que Mentor fue para Telémaco.

Pues bien, hace unos días, JC presento un par de libros sobre Neruda y nos invito. Fue un acto publico con poca asistencia -casi toda de amigos- y me acompaño mi hijo, que también siente –aunque de forma distinta- un gran aprecio por JC. Después del acto, nos fuimos a tomar una cerveza y nos firmo un ejemplar de cada uno de los libros. Fue una noche divertida, salpicada de las anécdotas y la brillantez de JC que competía con la de otros amigos igualmente inteligentes y ocurrentes.

Anoche estaba bastante jodido. Había pasado la tarde tomando una copa con nosequien y el tema termino, como se preveía: Gin&tonic -sexo-, conversación –sexo-, risas –sexo-, buenrollito –sexo-, etc.… sin embargo, al volver me sentía un poco hastiado y bastante vacío. No podía/quería dormir, me sentía profundamente abatido y solo muy solo.

Como en estos días no tengo el portátil en casa –complejidades técnico/profesionales- y la tele no me ofrecía un ninguna película aceptable, me fui a buscar algo para leer. Tropecé entonces con uno de los libros de JC sobre Neruda y me dispuse a echar un vistazo.

Me encontré con Los Versos del Capitán. Lo releí y me di cuenta de que me he hecho mayor. Cuando lo leí en mi adolescencia, no entendía algunas cosas y sobre todo no sentía la pasión del autor. Ayer si. Ayer sentí la pasión, la furia, la rabia, el amor desmedido, carnal, desgarrado, triste e intenso que sin duda sintió el autor. Me quedo con la carta de introducción de la obra escrita por el autor bajo el seudónimo de Rosario de la Cerda, en la primera edición de la Obra. En aquel momento Neruda no quiere dar a conocer su autoría de este libro y lo presenta y lo edita como si su publicación fuera impulsada por la supuesta amada del Capitán, la tal Rosario.

Me resulto curioso como el poeta esconde su propia creación, quizá por que sus sentimientos quedan muy a la vista, quizá porque la pasión le desborda, como le desborda la fuerza, la rabia o el deseo. Un poco como me ocurre a mi –salvando las infinitas distancias- con esta suerte de escondite que es este blog.

Su carta avanza en prosa la fuerza que luego harán estallar sus versos, y a la vez su ternura infantil, su deseo incontenible o su furia. Dejo aquí una copia de esa carta de introducción, como tantas veces dejo mi dolor, mis deseos, mi pasión o mi desamor.


Introducción

Habana, 3 de octubre de 1951

Estimado señor:

Me permito enviarle estos papeles que creo le interesarán y que no he podido dar a la publicidad hasta ahora.

Tengo todos los originales de estos versos. Están escritos en los sitios más diversos, como trenes, aviones, cafés y en pequeños papelitos extraños en los que no hay casi correcciones. En una de sus últimas cartas venía la "Carta en el camino".

Muchos de estos papeles por arrugados y cortados son casi ilegibles, pero creo que he logrado descifrarlos.

Mi persona no tiene importancia, pero soy la protagonista de este libro y eso me hace estar orgullosa y satisfecha de mi vida.

Este amor, este gran amor, nació un agosto de un año cualquiera, en mis giras que hacía como artista, por los pueblos de la frontera franco española.

Él venía de la guerra de España. No venía vencido. Era del partido de Pasionaria, estaba lleno de ilusiones y de esperanzas para su pequeño y lejano país, en Centro América. Siento no poder dar su nombre. Nunca he sabido cuál era el verdadero, si Martínez, Ramírez o Sánchez. Yo lo llamo simplemente mi Capitán y éste es el nombre que quiero conservar en este libro.

Sus versos son como él mismo: tiernos, amorosos, apasionados, y terribles en su cólera. Era fuerte y su fuerza la sentían todos los que a él se acercaban. Era un hombre privilegiado de los que nacen para grandes destinos. Yo sentía su fuerza y mi placer más grande era sentirme pequeña a su lado.

Entró a mi vida, como él lo dice en un verso, echando la puerta abajo. No golpeó la puerta con timidez de enamorado. Desde el primer instante, él se sintió dueño de mi cuerpo y de mi alma. Me hizo sentir que todo cambiaba en mi vida, esa pequeña vida mía de artista, de comodidad, de blandura, se transformó como todo lo que él tocaba.

No sabía de sentimientos pequeños, ni tampoco los aceptaba. Me dio su amor, con toda la pasión que él era capaz de sentir y yo lo amé como nunca me creí capaz de amar. Todo se transformó en mi vida. Entré a un mundo que antes nunca soñé que existía. Primero tuve miedo, hubo momentos de duda, pero el amor no me dejó vacilar mucho tiempo. Este amor me traía todo.

La ternura dulce y sencilla cuando buscaba una flor, un juguete, una piedra de río y me la entregaba con sus ojos húmedos de una ternura infinita. Sus grandes manos eran, en este momento, de una blandura dulce y en sus ojos se asomaba entonces un alma de niño. Pero había en mí un pasado que él no conocía y había celos y furias incontenibles. Éstas eran como tempestades furiosas que azotaban su alma y la mía, pero nunca tuvieron fuerza para destrozar la cadena que nos unía, que era nuestro amor, y de cada tempestad salíamos más unidos, más fuertes, más seguros de nosotros mismos.

En todos estos momentos, él escribía estos versos, que me hacían subir al cielo o bajar al mismo infierno, con la crudeza de sus palabras que me quemaban como brasas. Él no podía amar de otra manera.

Estos versos son la historia de nuestro amor, grande en todas sus manifestaciones. Tenía la misma pasión que él ponía en sus combates, en sus luchas contra las injusticias. Le dolía el sufrimiento y la miseria, no sólo de su pueblo, sino de todos los pueblos, todas las luchas por combatirlas eran suyas y se entregaba entero, con toda su pasión.

Yo soy muy poco literaria y no puedo hablar del valor de estos versos, fuera del valor humano que indiscutiblemente tienen. Tal vez el Capitán nunca pensó que estos versos se publicarían, pero ahora creo que es mi deber darlos al mundo.

Saluda atentamente a usted.

Rosario de la Cerda



martes, 26 de febrero de 2008

ideologia

Me gusta mi oficina. Tengo una mesa enorme, un sillón cómodo y todo tiene un aire minimalista que me resulta reconfortante y hasta hospitalario. Las sillas son de Eames, los muebles de diseño italiano, tengo una lámpara Tolomeo y un sofá Le Courvasier de piel marrón, muy cómodo. Me gusta estar rodeado de cosas bonitas. Me hace sentirme bien.

También tengo una cafetera de Nespresso, que es una maravilla y suelen haber galletitas en el armario (hasta fresas he encontrado esta mañana en la nevera) Por supuesto, en el cajón inferior derecho de mi mesa siempre hay una botella de Malta, para el stress.

Tecnológicamente mi oficina esta adecuadamente dotada, Dispongo de un magnifico ordenador, dos teléfonos, un fax y una conexión bastante rápida a Internet. Todo lo cual me facilita la comunicación con el mundo.

En realidad no se puede pedir mas, el entorno es lo suficientemente acogedor como para sentirte cómodo y la tecnología te permite llegar muy lejos sin moverme de mi silla.

Cuando las cosas no van del todo bien, cuando me siento jodido, muchas veces vuelvo a mi oficina. Suele ser a horas intempestivas. Entonces me siento solo, en ese espacio vacío, silencioso, con las luces apagadas y disfruto de la soledad y la paz que me proporciona.

Hace un año, tuve una discusión bastante agria y penosa en medio de un evento importante. Debían de haber más de quinientas personas, y tan solo dos a las que yo les importara algo. Nadie se entero de nada, ni de la discusión, ni del motivo y de mi marcha. Salí de allí agobiado y terriblemente triste. Me sentía solo y bastante abandonado, entonces me di cuenta de que en el único sitio donde me sentía protegido, era en mi despacho. Nadie llamó, nadie se preocupo, nadie me busco allí. Entendí ese día que ese era mi refugio.

Sin embargo, la felicidad no puede ser completa. Frente a mi se encuentra el despacho del CEO, del Jefe Máximo, Dios……

La rotación en ese puesto, no es excesiva, pero cada cuatro años, (en ocasiones ocho) suele cambiar el inquilino del despacho grande. En esta ocasión nos ha tocado un impresentable, engreído y sectario que entiende la dirección de la empresa como si de una suerte de cortijo de su propiedad se tratara.

Las opciones son escasas: “o conmigo –sin rechistar, sin pensar- o contra mi –si piensas y opinas-“. El personaje es tan nefasto, que ha generado en mi una corriente de empatía y hasta admiración con su AMO. He llegado a entender que siempre es mejor tratar con el Amo de la finca que con un capataza con ínfulas. Los Amos tienen criterio –no siempre, ni necesariamente acertado- , los capataces solo tienen una fusta y su enorme capacidad para repetir “Si, mi Amo”.

Lo malo de estos servidores miserables y arrastrados es que llegan a ser mas papistas que el Papa y por ello, en aras de defender a su Amo son capaces de maltratar, torturar y machacar a cualquiera que ose poner en cuestión las decisiones del Amo, algo que su Amo no haría, puesto que esta curtido en batallas duras, sabe negociar y practica el principio de Ganar-Ganar en la negociación.

Cuando me quejaba de la presión y de la actitud reaccionaria de este nefasto personaje -el capataz-, alguien me decía “que tendrá que ver la ideología…” Pues si, claro que tiene que ver. La ideología tiene que ver con el “Aquí mando yo” con el “Tu no sabes con quien estas hablando….” Con el “porque yo lo digo….” O no tuvo que ver la petulancia de Mussolini con su ideología fascista? O el desprecio por el adversario Goebels con su ideología nazi? O la crueldad de Stalin con su ideología totalitaria?

Pues claro que tiene que ver la ideología. El respeto por el otro, es una cuestión de ideología. Por cierto que es algo que no ejerce, ni piensa ejercer el ocupante del despacho grande. Mi única esperanza es resistir, aguantar los tres años y medio que me quedan y esperar a que todos mis problemas desaparezcan uno abandonando el despacho grande y otros simplemente marchándose. Mientras tanto tendré que aguantar humillaciones, desplantes, desconsideraciones, burlas ninguneo y de mas muestras de aprecio.