viernes, 18 de abril de 2008

El muro de las lamentaciones

Me siento al frente de la pantalla en blanco y me invade una cierta sensación de sonrojo. Hace tres semanas que no me asomo a esta ventana y me da un poco de vergüenza.

Parece que solo me acerco a este espacio cuando me siento mal. Paree que estas páginas no son más que una especie de muro de las lamentaciones virtual, al que golpeo con mi cabeza una y otra vez, quejándome de mis tribulaciones y mis penas.

Hoy ha sido el día perfecto para enarbolar mi mas antigua lista de quejas y penas. La mañana ha comenzado con una larga serie de reuniones (hasta cuatro, cada una con su propio café de guarnición). Las sensaciones han ido empeorando en cada una de ellas, hasta llegar a ponerme fatal. La primera ha sido estrictamente profesional, con una diseñadora encantadora y sonriente y rellenita que asentía a todas mis propuestas Teníamos que diseñar un stand para participar en una feria en Valencia el próximo mes, y si he de ser sincero, no tengo muy claro si ha llegado a entenderme (o si yo he conseguido explicarme bien).

La segunda ha sido con unos compañeros de trabajo, de un departamento que comparte con el mío algunas funciones. Los contenidos han sido bastante aburridos (lo normal en estos casos). El problema es que la semana pasada estuvimos juntos en un congreso en Madrid y después de la cena, en el tramite de los gin&tonics, acabe comiéndole la boca a la entrada/salida de un baño.

Si, ya se, tengo una afición malsana por los cuartos de baño, mas aún cuando se combinan con los gin&tonics, pero que le voy ha hacer. El caso es que la mire, me sostuvo la mirada, la agarre de la cintura y la bese en la boca. Lejos de partirme la cara –lo que me merecía- respondió a mi beso con una lengua descarada y aventurera, lo que me hizo pensar –ah, inocente- que igual tendría la noche ocupada. Pero no fue así. Como quiera que nos acompañaban otros colegas de trabajo, todo quedo en tres o cuatro escarceos rápidos y disimulados en rincones oscuros. La consecuencia de todo esto es que hoy, tres días después, durante nuestra reunión, no he podido apartar mis ojos de su boca (y de su escote, lo siento) y ella tampoco parecía estar muy centrada. Conclusión: no se de que hemos hablado, así que nos hemos vuelto a citar para el lunes, a ver si conseguimos concretar nuestras intenciones –laborales, claro-

Para continuar he tenido una larga y prolija reunión con la plana mayor de mi empresa y un interesante grupo de consultores que se han desplazado desde la misma capital de la comunidad, para contarnos no se que milonga sobre imagen corporativa, posicionamiento de marca, comunicación, etc...

Lo malo de estas reuniones es que todos los invitados a participar se sienten en la obligación de decir algo brillante con el fin de justificar su presencia en ese encuentro y garantizarse con ello que les vuelvan a invitar. Ante tal cúmulo de insensateces, tonterías y despropósitos, he optado por callarme y no decir nada –a ver si no me convocan mas-, aunque mi estupidez y mi incontinencia verbal han terminado por traicionarme y finalmente he tenido que cagarla (en plan brillante, eso si)

Para cerrar la mañana, un par de desbarajustes en ciertos escritos y una secretaria (asistente, auxiliar, compañera o como ella prefiera que la llame) me ha montado el numero en medio de mi oficina y me ha tocado salir a tomar un café con ella para que me contara sus penas, se desahogara y me dijera lo mucho que sentía que la presión le hubiera vencido.

Todo esto ha estado trufado de las amenazantes intervenciones del responsable de contratación, un par de comerciales tocapelotas y los aullidos telefónicos de la jefa de prensa de nosequien, que amablemente ha accedido a resolver una complicación.

Una delicia de mañana.

Por si fuera poco, durante la he tenido una enganchada telefónica con mi capataz (la enésima) y una enganchada (cara a cara, eso si) con mi antiguo jefe y todo su coro de odaliscas.

He tenido que hacer de mensajero repartiendo cartas de invitacion a diversos directivos de empresas de comunicación y justo a la mitad del reparto, cuando estaba frente a la casa de norecurerdoquien, me he venido abajo.

Solo deseaba llegar aquí y escribirlo. Como un borracho ahíto de alcohol solo desea vaciar su estomago y expulsar de si todo aquello que sabe que le hace daño. ¡No habértelo bebido! Podrá recriminarle cualquiera, peor que quieres, yo me bebo mi vida sin mesura, a veces sin ganas, pero a tragos largos, quizá para acabarla pronto, y no tener que vomitarla.

He tenido la horrorosa sensación de sentirme solo. Mas aun, de sentirme abandonado. Ni amantes, ni ex –amantes, ni jefes ni ex –jefes, ni amigos, ni aventuras…..nada. Solo al recoger a mi hijo, del cumpleaños de un amigo, me he dado cuentea de que es lo que me ata a este escenario infame y catastrófico.

Verlo sonreír mientras me contaba su partida de bolos ha sido lo mejor que me ha pasado en toda la semana. O el mes.