lunes, 4 de febrero de 2008

Negro

CAIDA
Y me vuelvo a caer desde mí mismo
al vacío,
a la nada.
¡Qué pirueta!
¿Desciendo o vuelo?
No lo sé.
Recibo
el golpe de rigor, y me incorporo.
Me toco para ver si hubo gran daño,
mas no me encuentro.
Mi cuerpo ¿dónde está?
Me duele sólo el alma.
Nada grave.
Angel Gonzalez
(inedito)




Tengo muy descuidado este cuaderno de reflexiones y sentimientos. Tengo trabajo para hartarme y continuamente surgen obligaciones de carácter social, familiar, etc.. A veces me siento un poco agobiado, aunque la verdad es que funciono mejor –mucho mejor – cuando trabajo bajo presión.

Sin embargo, creo que debo de ser más disciplinado a la hora de poner negro sobre blanco mis sentimientos. Es preciso que encuentre tiempo para hacerlo, de otra manera, muchas de mis reflexiones se diluyen en el ajetreo diario y desaparecen como si nunca hubieran existido.

Ayer leí en el diario El País el poema que encabeza este texto. Es de Ángel González, lo escribió y nunca lo publico, lo escondió en su ordenador –a la vista de todos- y solo con su muerte ha salido a la luz.

Desde luego que mis reflexiones no son tan importantes y por supuesto que no tienen la calida literaria de González, -ni la millonésima parte- pero el día que desaparezca –sobre todo si es temprano- me gustaría que alguien fuera capaz de recoger estos textos, leerlos y pensar en como fui –en como soy-.

Dejando las elucubraciones fúnebres a un lado, me apetece contar que este fin de semana –este finde, para los muy pijos- he estado en Milán –Milano, para los mismos muy pijos nacionales-.

En realidad debo decir que hemos estado, puesto que he ido con mi mujer. Ha sido un viaje agradable, hemos descansado, hemos ido de tiendas, nos hemos saltado el régimen y hemos tenido tiempo para nosotros. Lo malo: en mas de una circunstancia –desde Prada, hasta el concierto en La Scala, pasando por cualquier vinotera- no he podido evitar echar de menos a C.

Si, ya se, los adivinos dirán: se te pasara, pero yo no tengo tan claro que vayan a tener razón. Es mas, creo que no quiero que tengan razón. Viviré con esto, tratare de hacerlo con discreción, con prudencia, sin molestar a C y tratando de no molestar a nadie mas, pero no puedo, no quiero evitarlo.

Que quiero a C es un hecho, un hecho fundamental de mi vida. No puedo decir: “lo pasado, pasado esta y a otra cosa”. Bueno quizá busque –y hasta encuentre- otras cosas, sin duda tengo que reencontrar lo que ya tengo, pero a ella, aunque la he perdido, la quiero y me niego a renunciar a este sentimiento. Un sentimiento que en ocasiones me hace extraordinariamente feliz, y que en otras me hunde en la más oscura de las tristezas. Pero amar es así.

Por cierto Milán es un sitio muy recomendable para pasar el fin de semana tiene de todo: arte, música, tiendas, restaurantes, museos, unas calles deliciosas para pasear, sitios para tomar copas, una gente muy amable, etc…

Lo que mas me ha gustado de Milán es que sus ciudadanos practican dos de mis deportes preferidos, a saber: ir de compras y tomar el aperitivo. Quiza seria un poco mas critico con su arroz –risotto le llaman-, pero teniendo en cuenta que en mi tierra se hace el mejor arroz del mundo, es complicado que me guste –de entrada- el de los milaneses, no obstante prometo aplicarme en ese tema.

La otra cuestión a la que le tengo que poner algún pero es al asunto de la vestimenta. Cualquier adulto mayor de 25 años que viva en Milán suele ir vestido de negro, o con alguna prenda negra. No se si es por causa de una atávica tradicion o una mutación genética, pero es así. De tal manera que cuando entras a un restaurante o a una tienda no distingues fácilmente quien es el camarero o dependiente y quien el cliente.

No obstante donde fueres haz lo que vieres. Me he comprado una camisa negra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jooooooooooooo como viajas tio. Que pijooooooooooo.

Kaoki dijo...

Que la olvidarás... fijo que no, pero que algún día sonreirás al recordarla, eso, seguro...
Muxu bat