jueves, 4 de octubre de 2007

LO QUE YO TUVE (¿tengo?) CONTIGO


ahora que paso
que ya el tiempo se a cargado nuestro amor
es ahora que tu y yo
comprendemos que dejarnos fue un error
momentos que viví
imposibles de volver a repetir
esas cosas de los dos
que buscamos desde entonces pero no

lo que yo tuve contigo fue un enredo tan divino
que en la vida no podré olvidar
fue la gloria, y fue un infierno
fue tan loco y fue tan tierno
que se sufre cuando ya no esta
lo que yo tuve contigo
tuvo clase tuvo estilo
y eso nunca lo podrás negar
aunque estemos separados
cada uno por su lado
es difícil olvidar

ahora escúchame
ya no hay nada que decirnos ni que hablar
y tu sigues donde estas
yo me quedo donde estoy que es mi lugar
la vida ha sido así
y lo nuestro ya es pasado ya no esta
no podemos recordar si la vida nos encuentra una vez mas

lo que yo tuve contigo
fue un enredo tan divino
que en la vida no podré olvidar
fue la gloria, y fue un infierno
fue tan loco y fue tan tierno
que se sufre cuando ya no esta
lo que yo tuve contigo
tuvo clase, tuvo estilo
y eso nunca lo podrás negar
aunque estemos separados
cada uno por su lado
es difícil olvidar

Jose Feliciano


Creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero no consigo pasear por ninguna calle sin encontrar algo que no me parezca perfecto para ella. Da igual que sea una sortija, una chaqueta, un bolso o un maquillaje. Hasta las tapas de un bar o los panes en una panadería. Lo miro y de inmediato veo como le sentaría a ella, si le gustaría o como lo miraría.

Tengo que dejar de hacerlo, lo sé, pero el verdadero problema es que hace tiempo que veo el mundo por y para sus ojos. Pienso desde su perspectiva, a veces para adaptar el entorno a sus gustos, y otras para transformarla haciendo que haga suyo lo que a mí me gusta.

Se que no puedo/debo seguir dibujando figurines mentales en cada escaparate, pero cada vez que veo una falda de tubo, unas sabrinas, una blusa blanca –camisera, eso si- o unas botas negras, en seguida imagino como le sentaría y calibro si es para ella o no. Pienso como le quedaría el pelo mas corto, como seria si lo tiñera de caoba. No se, casi cualquier cosa me lleva a imaginarla a ella.

Últimamente he extendido ese hábito al cine, a la literatura o a la música. Ahora cada letra, cada libro o cada película me llevan a pensar en ella. Mención aparte merecen las músicas bailables –merengues, bachatas, salsas, boleros, etc...- Cuando escucho a Juan Luis Guerra o a Luis Miguel del Amargue, me muero por arrastrarla hasta un espacio mínimamente despejado y juntando nuestros cuerpos, dejarnos llevar por la música.
Supongo que la felicidad es algo así.