sábado, 22 de septiembre de 2007

Bonita fiesta

Lo de ayer fue muy fuerte. Durante tres años he luchado contra la adicción a su Amo. Siempre he pensado que era fruto de la voluntad de hacer bien su trabajo. He procurado desechar la idea de que su relación laboral tuviera alguna reminiscencia del antiguo noviazgo que vivieron (queda demasiado lejos) o que su sumisión reflejara algún oscuro y escondido enamoramiento platónico. Pero desde luego, no es normal.

Andaba yo jodido, como viene siendo habitual desde finales de agosto, cuando recibí una invitación para asisitir a un evento de carácter profesional. Se trataba de la inauguración de un gran complejo hostelero impulsado por una de las principales familias de mi ciudad.

Gente encantadora –cuando se es rico, es fácil ser encantador- y emprendedora que impulsaba un nuevo proyecto encaminado a mejorar bla bla bla, bla bla bla. Palabrería inútil para justificar un ejercicio de ostentación de poder y riqueza.

Cuando recibí la invitación y la posterior llamada de confirmación, pensé que dada la magnitud del tema, seguro que contaríamos con la presencia de su Amo que asistiría pomposo y engreído alardeando de su ostentoso plumaje, como buen pavo real. Y si venia el Amo, ¿como iba a prescindir de la presencia de su numeroso y disciplinado sequito?

Con esta premisa, me decidí a llamarla y ………bingo. Tanto el Amo, como su protocolaria corte asistirían. Como soy tonto (algo absolutamente corroborado) me alegre: buen momento para encontrarme con ella. Sin embargo la cosa no podía haber salido peor

Primero la llamé, para comprobar que ella también iría y me ofrecí a llevarla e ir juntos. Primer error: su apretadísima agenda estaba saturada de compromisos (Masaje, curso de maquillaje, atenciones al Amo, etc.…) Era de todo punto imposible. Quizás con un esfuerzo extraordinario, y considerando que los propietarios del Hotel le habían llamado P-E-R-S-O-N-A-L-M- E-N-T-E hasta en DOS ocasiones, trataría de “acercarse” un rato.

Le sugerí que podíamos vernos allí. Supongo que tantas lagrimas, tanto arrastrarme, tanto provocar compasión tiene su efecto, así que con un compungido tono de voz me dijo “si a ti no te molesta? No quiero hacerte daño” Y yo como un gilipollas pues: “como me va a importar cariño, yo soy feliz sólo con verte” y ella: "Bueno vale".

Le ayudé a elegir la ropa, le animé a modificar su agenda, le propuse que fueramos juntos (cada uno en su coche, no sea que alguien sospeche al ver a “la dama y el vagabundo” en el mismo vehículo) y después de todo, me dijo definitivamente que si, no sin venderme su esfuerzo, como una atención a mi y a mi lamentable estado de animo.

Fue la leche, me sentía como uno de esos perrillos falderos que después de unos días sin ver a su ama, salta, ladra y mueven la cola (sin segundas intenciones) henchido de felicidad por que le van a poner el collar y ella misma lo sacará de paseo. Esta claro, soy gilipollas y bastante masoquista.

Finalmente, nos pusimos en marcha. Cuando dije que yo saldría sobre las ocho, me dijo que imposible, que ella tenia que salir antes. Después de pensar en su apretada agenda, en los engorrosos tramites de ducharse, pintarse y vestirse considero que podría retrasar su salida y encajar con mis intenciones. Lo hizo de la manera mas amable, casi con dulzura. Me sentia feliz, desbordante, radiante.

Finalmete quedamos, (cada uno en su coche, insisto) y tras un rato de esperar su llegada, nos marchamos, uno tras otro a la fiesta. Yo estaba nervioso, escuchaba a Falete cantando “Palabras para Julia” a todo volumen y pensaba en el momento de charlar un rato, de acercarnos un poco. Estaba casi flotando, tanto es así que me perdí dos veces por el camino y cometí un considerable número de imprudencias y prohibiciones. Cuando por fin llegamos, aparcamos en sitios distintos y entramos por separado (cuidado, no vayan a vernos juntos)

Como suele ser habitual en este tipo de actos, nada mas llegar comencé a saludar a clientes, amigos, proveedores, políticos, y el resto de la fauna típica de estos ecosistemas. Al cabo de un rato apareció ella: aspecto distante, sonrisa encantadora y saludando a diestro y siniestro como lo hubiera hecho Grace Kelly en el baile de la Cruz Roja de Mónaco. Estaba radiante y me saludo besándome las mejillas

Ese fue el único momento en el que fue amable conmigo. A partir de ese instante Cruela de Vil entro en acción. Se mantuvo alejada de mi con la excusa de esperar a su Amo, cada vez que me situaba junto a ella, comenzaba una sesión de saludos efusivos y cariños de forma que yo quedaba fuera de la escena mientras ella se explayaba junto a sus contertulios.

Recuerdo a parte merece el encuentro con el resto de la protocolaria legión de los sirvientes de su Amo. Fue de nota: me ninguneo de forma ostensible, hasta el punto de darse la vuelta arrestarlos a todos y dejarme tirado y solo en mitad de la escalera. A la vez era precioso verla saludar al resto de su “mariachi” besos y achuchones para todos (desde el diseñador homo, hasta la recién adquirida secretaria rubia, morbosa y bisexual) parecía que fueran sus hermanos recién llegados de Chechenia tras años de cautiverio. Todo tenía un aire ficticio y falso que jamás le habría adjudicado a ella. Confieso que me vino a la mente alguna de las típicas actuaciones histriónicas de la esposa de su Amo. (es decir su Ama)

No daba crédito a lo que pasaba, pero como soy gilipollas pensé: esta trabajando, esta muy liada, en un rato vendrá….”

Pero lo mejor estaba por venir: llegado el momento de que su Amo abandonara la fiesta, todos sus siervos comenzaron a mariposear a su alrededor. En medio de ese revuelo, uno de mis compañeros quiso despedirse de El . Como quiera que vivimos momentos complicados en el ámbito profesional y a su Amo no le convenía/apetecía saludar a un lacayo sin nivel, simplemente lo ignoro, esquivándolo hasta en tres ocasiones. No es una actitud infrecuente en este personaje, pero a mi me pareció especialmente desagradable. Su fatua altanería, su sonrisa falsa y mal ensayada, su pomposo engreimiento me resultó mas desagradable que de costumbre y me repateo el hígado.

La verdad es que yo tengo un hígado muy sensible, fruto de una cuidada selección de ginebras y vodkas así que no lo pude evitar: me fui hacia ella y le espete: tu Amo es un marrano” mientras me preguntaba “¿Qué?” su gesto se descomponía, sus músculos se tensaban y se preparaba para ejecutar a quien se había atrevido a insultar a su Amo. Ni corto, ni perezoso se lo repetí, y de pronto, su estrategia cambio, volvió a ser la chacha encantadora que defiende a su señor “no se habrá dado cuenta….”, dijo con cara de niña buena. Mi hígado no aguanto mas y le hice saber que las acciones de su Amo eran, como siempre intencionadas y estudiadas. Tras esa afirmación todo fue mal. Malos gestos –peores-, malos modos y un desprecio gélido que se traducía en miradas cargadas de odio.

Había hecho lo peor, había pecado de blasfemia, había tomado el nombre del Amo en vano. La tensión creció, y finalmente, harto de que me trataran como a una mierda me fui.

Estaba furioso, me sentía humillado, vejado, maltratado. Se había tomado la molestia de dejar bien claro ante todo el publico asistente no solo que no había nada entre nosotros, sino que por mi sentía algo parecido a lo que Jaime Peñafiel siente por la Princesa de Asturias.

Baje hasta casa a una velocidad que no solo era ilegal, también era insensata y muy peligrosa, quería morirme o matarla, no podía mas , necesitaba contarlo, llorar, sacar toda la mierda que llevaba dentro, y que alguien me dijera que no soy tan mierdas, que valgo la pena.

Como mi secretaria estaba en sus cursos de baile la llame, le ofrecí tomar una copa y charlar un rato. Ella supuso que no le llamaba por cortesía, así que acepto. Quedamos en un bar cerca de su casa y cuando llegue me dijo: que mala pinta tienes, estas hecho una mierda. Seguidamente pedí dos gin&tonics y me puse a contárselo todo y a llorar.

Me escuchó, me consoló, me chilló, se cabreo conmigo y muy enérgicamente me reprendió diciendo que dejara de hacer el gilipollas. Dos horas y cuatro gin&tonics mas tarde me sentía mas entero, mas seguro y mas tranquilo. Mientras volvía a casa llame a C por teléfono, le dije lo que pensaba sobre ella, sobre su Amo, sobre su actitud, sobre su novio y sobre todo lo que en ese momento se me ocurrió. Cuando colgué el teléfono me sentía un poco mas aliviado y un poco menos gilipollas

Al parecer mis palabras han causado desazón en ella, se siente compungida por el daño que me ha hecho y solo espera poder seguir siendo mi amiga…...Eso si, se ha interesado por quien me acompaño, y cuando se lo he dicho rápidamente me ha preguntado si me acosté con ella o le comí la boca.

Resulta curioso que pregunte eso cuando, a la misma hora, su novio la esperaba en la puerta, con intenciones poco platónicas, creo. El sinsentido llega hasta límites inimaginables: ella se marcha de vacaciones y a los tres días se enrolla con un tío, músico por más señas. Se lo trae a dormir a su casa/cama , se marcha a pasar unos días a su casa/cama, no pasa nada –esta saliendo de la cueva- y además no se pude preguntar al respecto. Yo me voy a llorar en el hombro de mi secretaria y soy sospechoso de habérmela beneficiado.

El sentido de la justicia y la objetividad en la aplicación de las normas, no es lo que mas domina, según veo. Y a todo eso, sigue declarando lo muy importante que soy para su vida y lo mal que esta por mi culpa (yo estoy de puta madre, como se puede comprobar) Y mientras se “consuela” con el músico en su casa durante todo el fin de semana.

Alguien no esta siendo muy sincero y yo no soy.

No hay comentarios: